Cuándo se abre el telón, vemos un día soleado. Es lunes, y un autobús escolar se detiene afuera de la Biblioteca Pública Rubén Darío, en la Cd. De México.
Un grupo de estudiantes de quinto de primaria está de excursión ahí, y hay seis que no están de acuerdo. Estos seis estudiantes son Carlos, un chico proficiente en tecnología, pero no tanto en los libros; Enrique, un atleta arrogante, competitivo y buscapleitos que quiere ser luchador profesional; Mariel, una niña callada pero bien portada que le gusta dibujar; Victoria, una aspirante a modista mimada, fresa y egocéntrica; Pablo, amante de los cómics y nada más; y Ramona, quien tiene agorafobia (miedo irracional a los lugares públicos), y trata de ocultarlo a sus compañeros con sarcasmo).
- Carlos (quejándose): ¡No puedo creer que hayan elegido la biblioteca y no el laboratorio de computadoras de la UNAM!
- Enrique (frustrado): ¿No pudo haber sido la sala de juegos, o el campeonato de lucha libre?
- Mariel: Mi mamá dicen que, en este mundo competitivo, es importante que los niños estén bien preparados para el futuro.
- Victoria: Si, querida. O sea, mis papás me metieron en un programa de tutoría para mejorar mis notas en ciencias (muestra su diorama del ciclo de evaporación del agua). O sea, eso me deja menos tiempo para mis pasarelas.
- Pablo: Mi papá me quitó mis cómics y me obligó a leer libros sobre derecho y astronomía y filosofía. Dice que la verdadera fe está en la ciencia y no en los superhéroes, pero ¿qué hay de divertido en eso?
- Ramona: Yo sé que nuestros papás nos quieren y lo hacen por que quieren que seamos exitosos, pero esto (apunta a la biblioteca) es demasiado. Nada más que papeles y personas.
(Los chicos a regañadientes se bajan del autobús. El único que parece emocionado por la excursión es Antonio, el nerd de la clase. Enrique lo intimida y lo obliga a hacer su tarea, y Victoria se burla de él por su falta de dinero y su ropa usada. Los reciben en la escalinata sus dos guías de excursión: Amelia, solemne y dura como cemento; y Meredith, más alegre y vivaracha).
Amelia: Hola. Ustedes deben ser los estudiantes de quinto año del Ponce de León. Yo soy Amelia…
Meredith (sacudiendo las manos de todos): ¡Y yo soy Meredith!
Amelia: Y seremos sus guías en este recorrido de la…
Meredith: ¡Biblioteca Pública Rubén Darío! Si gustan pasar.
Amelia (exasperada, le susurra a Meredith): Vaya que elegiste mal la profesión…
Inicia el recorrido, y los chicos no están al cien. Carlos, Enrique y Pablo se la pasan pensando en deportes, cómics, y computadoras. Victoria no para de tomarse selfies con su iPhone, pese a las advertencias de que los aparatos electrónicos estén apagados.
Ramona saca su inhalador y toma un buen par de bocanadas; no quiere que sus compañeros descubran lo de su fobia. Mariel permanece callada mientras dibuja lo que ve, y Antonio es el único genuinamente asombrado).
Amelia: Primero que nada, ¿quién me puede dar la definición de biblioteca?
(Antonio levanta la mano y le dan la palabra).
Antonio: Sustantivo. Edificio o local donde se conservan un conjunto de libros ordenados y clasificados para su consulta o préstamo bajo determinadas condiciones.
Meredith: ¡Muy bien, Antonio! Las bibliotecas son, generalmente, lugares públicos que están bajo la jurisdicción del gobierno de la ciudad.
Amelia: Las bibliotecas se pueden clasificar en varios tipos. Bibliotecas nacionales, a nivel de nación; bibliotecas escolares o universitarias, a nivel docente y académico; y bibliotecas públicas, como esta, que están consideradas como un servicio público y en donde el acceso es ilimitado.
(Las guías Amelia y Meredith continúan explicando sobre la historia de las bibliotecas, desde la antigua Grecia, pasando por el Porfiriato, y hasta la actualidad. Luego empiezan a explicar sobre la clasificación de los libros y las secciones que conforman una biblioteca).
Amelia: Una biblioteca necesita claramente un lugar para almacenar su inventario. Las estanterías son los lugares en donde se almacenan los libros. Los libros generalmente se caracterizan por categorías.
Meredith: ¡Sí, categorías! Ya saben, ciencia, historia, arte, lengua, geografía, filosofía…
(Victoria levanta entonces la mano).
Meredith: ¿Sí, Victoria?
Victoria: Sí, o sea, ¿Dónde puedo encontrar un libro que hable sobre Donatella Versace? Ella es, como que mi ídolo.
Meredith: ¡Muy buena pregunta, Victoria! Si quisieras hallar un libro sobre cualquier tema, tendrías que usar el Sistema Decimal Universal. Se usó por primera vez en 1875.
Amelia: Bajo este sistema, insertarías en una computadora, o benditos los días donde no había Internet, y le notificarías a un empleado, la categoría. Por ejemplo, supongamos que quieres, o necesitas, un libro de historia. Eso va en la clasificación “900”.
Meredith: Los números completos indican las categorías en general, y luego los números “10”, “20”, “30”, “40”, etc., indician subdivisiones menores de una misma categoría. Entonces, por ejemplo, la historia de Europa es “940”, historia de Asia “950”, historia de América del Sur “980”, y así sucesivamente.
Amelia: Ahora, si lo que quieres es encontrar una revista sobre el tema, tendrías que dirigirte a la hemeroteca.
Meredith: La hemeroteca es la sección de la biblioteca en donde se almacenan revistas, periódicos, almanaques, y otras obras periódicas, para su uso, consulta, y referencia.
Amelia: También se puede usar una variante del sistema decimal en estas publicaciones, en este caso sería por fecha, mes, y año. Victoria, ¿tú querías algo referente al diseño de moda, verdad?
Victoria: O sea, eso es obvio, claro que sí.
Meredith: ¡Carlos! Tú sabes usar computadoras, ¿verdad?
Carlos: Eso es a lo que más tiempo me dedico.
Amelia: Entonces hagamos un ejercicio. Carlos, quiero que uses el sistema decimal universal para ayudar a Victoria a encontrar un título referente al diseño de moda, busques el libro, y se lo entregues.
(Carlos así lo hace, se sienta frente a la computadora que hay en la sala y, usando la información aprendida de la explicación, encuentra un libro autoría de Karl Lagerfeld y se lo entrega a la niña).
Carlos: Victoria, esto es para ti.
Victoria: O sea, esto es increíble. Como que, muchas gracias, Carlos. Eso fue, o sea, muy considerado de tu parte.
Carlos: No tienes por que agradecerme.
Enrique: Amelia, todos nosotros quisiéramos hacer el ejercicio y que Carlos nos ayude.
Pablo: Sí, todos tenemos libros que no necesariamente queremos, pero que nuestra maestra nos encargó leer.
Mariel: ¡Ya está! Por eso nos envió a la biblioteca: ¡a buscar los libros!
Carlos (sonríe): Díganme, uno por uno, en voz alta, todos los libros que necesitan.
(Uno por uno, los demás chicos se turnan, y Carlos en menos de cinco minutos consigue reunir todos los títulos).
Enrique, Pablo, Mariel, Ramona, y Antonio (al unísono): Muchas gracias, Carlos.
Carlos: De nada (se da cuenta). Oigan, me acabo de dar cuenta de que me gusta usar mi don con la tecnología para ayudar a otras personas, no solo para mi propio beneficio.
Enrique: Sí, y yo, un atleta, que paso todo mi día pensando en deportes, me he dado cuenta de lo importantes que son los libros y los datos en la vida cotidiana, y que el cerebro es igual de importante que los músculos.
Ramona: Tengo que confesarles algo: tengo agorafobia. Me aterraban los lugares públicos, y siempre me avergoncé de mí misma por ese hecho. Pero esta visita no fue tan mala como creí que iba a hacer, ahora sé que no debo avergonzarme de quien soy y de que puedo contar con mis amigos; pero tengo que decir las cosas, porque no sanas lo que no revelas.
Victoria: Sí, o sea, y yo ya no tengo que preocuparme solo por mí misma. El considerado acto de Carlos me ha hecho darme cuenta de que los demás también importan. Y, o sea, están viendo a una nueva Victoria, una que quizás siga hablando a veces en primera persona y usando muletillas, pero que ¡piensa en otros!
(Los chicos hablan sobre lo mucho que han cambiado en menos de una hora y disfrutando su nuevo lazo cercano de amistad que ha sido formado, cuando de pronto escuchan a alguien aplaudiendo gentilmente y el sonido se va incrementado. Amelia y Meredith se hacen a un lado y es la Sra. Fabregat, la maestra de los chicos. Todos ellos están atónitos).
Todos (atónitos): ¿Sra. Fabregat?
Sra. Fabregat: Felicidades, chicos. Todos han aprobado.
Antonio: ¿Aprobar?
Victoria: O sea, ¿cómo a que se refiere, Sra. Fabregat?
Sra. Fabregat: Todos aprobaron. ¡Todos pasaron con diez!
(Esto deja a los chicos aun más confundidos).
Pablo (rascándose la nuca): Pero no entiendo, ¿Qué no el propósito de esta excursión era encontrar unos libros que usted nos había solicitado, para después hacer los reportes?
Sra. Fabregat (sacude la cabeza): No, ese no era el propósito. Verán, desde hace unos meses que yo empecé a notar que ustedes eran niños diferentes. Especiales. Y no en el mal sentido. Todos ustedes tienen sus personalidades, y pensé, “no se pueden resolver esas conductas en un salón de clases normal”. Así que, hablé con los de la biblioteca y les pedí permiso de organizar esta excursión, por que quería que ustedes tuvieran una experiencia juntos, se pusieran en los zapatos de los otros, y esa experiencia sirviera para hacer cambios. Y se ve que funcionó, por que Enrique ya no piensa sólo en deportes, Victoria es más desinteresada, y Ramona ya es abierta sobre su agorafobia. Todos encontraron, tanto en los libros, como en ustedes mismos, la motivación necesaria para hacer un cambio que les beneficie a todos, se hicieron amigos, ¡y ni siquiera tuvieron que leer nada! Así que, todos aprobaron.
(Al terminar la explicación de la Sra. Fabregat, las sonrisas en las caras de los chicos son enormes).
Carlos: Wow! Sra. Fabregat, yo jamás lo habría visto así. Buena jugada.
Enrique: El mejor touchdown de la noche.
Victoria: Eso fue, o sea, como que muy artístico.
Sra. Fabregat: Gracias. Ah, y otra cosa: Les daré un premio muy especial por haber aprobado esta tarea. ¡Una fiesta con piscina, el sábado en la noche, en el Club Campestre!
(Todos celebran de alegría. Llega el sábado por la noche, y todos están en la fiesta divirtiéndose. El narrador concluye así la obra).
Narrador: Y así, en menos de una hora, este grupo de estudiantes redefinió sus prioridades, e hizo de esta experiencia una memorable para todos. Porque las bibliotecas no son solo el lugar donde se almacenan libros, si no en donde se almacena el conocimiento. Y a través de los libros, puedes encontrar el espejo para hacer cambios. Muchas gracias por venir, y por favor pasen la palabra, por el bien de la lectura.
(Se cierra el telón mientras todo el elenco hace una reverencia).
Fuentes
No bueno, divertido y super informativo. Lo adoré.