¡BIG WILLY ON DA HOUSE! Segundo post perteneciente a una serie de tres, cortos pero informativos y entretenidos, que explican la relevancia de Shakespeare en referente a temas de la condición y los errores humanos.
creditos del gráfico a: wayfair.co.uk
Fuente de la foto: Shakespeare Total—WordPress
Julio César: Ambición: Un arma de doble filo
¿Cuándo fue la última vez que te dijeron que eres un ser humano ambicioso? Este adjetivo es normalmente un cumplido; si eres un empresario o trabajador con una mentalidad optimista, orientada siempre hacia el éxito y a trabajar duro para conseguirle, ¡felicidades! Eres muy ambicioso y ese es tu plato fuerte. Pero…si eres político, ¡ten cuidado! La ambición puede ser un asunto bastante peliagudo; la ambición puede ser tanto lo que te garantice el éxito como lo que te lo arrebate. En el mundo de la política, menos puede ser más.
Julio César es uno de los personajes más realistas creados por El Bardo. No solo porque fue una persona real, si no porque, a través de su historia, nos demuestra cómo la ambición es un arma de doble filo. En la historia del César, “ambición” no tiene tanto que ver con “trabajar duro para lograr lo que me propongo”, si no más bien con “usar cualquier medio que sea necesario para poder estar a cargo.” Sí, aunque esos métodos sean encerrar a la oposición, censurar lo que considere peligroso, tener la mayoría en el Congreso para que sea más probable que mi palabra se cumpla, y llevar a cargo sangrientas batallas para expandir el control y ser el “benevolente dictador” del mundo. ¿Les suenan los “métodos” que acabo de mencionar?
El fin justifica a los medios
Vamos a meter a otro escritor en esta sección de Shakespeare para hacer una profundización: Nicolás Maquiavelo. Casi 100 años antes que Shakespeare, en los primeros años del Renacimiento Italiano, Maquiavelo escribió El Príncipe. En esta controvertida obra, expone la “guía del buen político”. Esta guía podría resumirse con esta frase: “El fin justifica los medios”. En otras palabras, si el objetivo claro, cualquier método es válido. El Príncipe se convirtió en el modelo a seguir para los políticos de ese entonces…Maquiavelo les estaba a incitando a actuar con egoísmo, avaricia, y perfidia para lograr su cometido. Estoy completamente seguro de que Julio César leyó El Príncipe…bueno, en realidad, Shakespeare fue quien puso sus manos en este libro y lo usó como referente a la hora de crear al personaje de Julio César.
*** créditos en la imágen
Perspectiva moderna: Maquiavelismo, talón de Aquiles a nivel universal
En el proceso de influenciar a los héroes trágicos de Shakespeare, Maquiavelo le dio su nombre a nuevos términos del diccionario: “Maquiavelismo” describe comportamiento cuestionable y moral elástica utilizados para conseguir un objetivo claro, y “maquiavélico” es cualquier persona que actúe con estas características.
Y así como Julio César (y también los conspiradores que lo asesinaron, quienes no eran “santos patrones” y a quienes pronto se les salieron las cosas de las manos) actuó maquiavélicamente para hacerse con el poder de Roma, la ambición es cosa universal. en algún momento, o varios, hemos actuado de forma maquiavélica para conseguir algo. Ojo: Con estos ejemplos hipotéticos no intento criticar a nadie ni crear controversia, solo estoy exponiendo como esto es algo universal.
Es maquiavélico cuando un estudiante hace trampa en un examen y además, inculpa a otro niño de hacer trampa; así, este niño sale con un 10 y un plan bien realizado, y el otro niño se gana una severa regañina. Es maquiavélico acaparar el último dulce en la fiesta de Halloween, y antes de comerlo mentir sobre de que ya no hay para dejar a todos tristes, mientras tú te das ese “obsequio”, el último dulce, siendo que en efecto había uno más y mentiste sólo para quedártelo tú.
El maquiavelismo en estos casos no es solo malo por cómo perjudica a otras personas… si no por que no requiere dedicación o esfuerzo. No se necesita esfuerzo para hacer trampa en un examen…todo lo contrario, es un “atajo” y no aprendiste nada realmente. No se necesita esfuerzo para robarte un dulce, es una acción que puedes hacer en segundo y sólo moviste una mano y ya está. Así que el maquiavelismo no es solo una muestra de ambición, si no también una muestra de falta de apego hacia el trabajo duro. Inclusive en ocasiones en donde realmente se requiera mucho esfuerzo para consagrar esos engaños, el maquiavelismo es una completa deshonra y es capaz de arruinar reputaciones (incluida la tuya, indirectamente) y un ambiente de trabajo honesto.
Repito, con esto no quiero ofender a nadie. Pero sí les puedo dar un consejo: Lean a Shakespeare para entender el mundo actual. Se darán cuenta que desde siempre los seres humanos hemos sido mañosos y que no estamos por encima de la deshonestidad y las artimañas. Es parte de nuestro ser el comportarnos ruines y engañosos para “sobrevivir”. Pero también puede ser una lección sobre las consecuencias de la ambición en exceso, y sobre quienes son las personas que realmente representan un peligro cuando se les da una posición de lujo y se les permite seguir adelante con sus mañas.
**imagen encontrada en la red
¡Un ejemplo más de como leer Shakespeare es educativo, y a la vez entretenido! En serio, es entretenido abrir una obra suya y leer los diálogos tratando de imaginarme las voces de los personajes y la acción en escena. Fomenta la imaginación… y el pensamiento crítico.
¡Feliz viernes!
Una de mis obras favoritas de todos los tiempos. Tanto que filosofar al leer la obra. Shakespeare rules babe!